miércoles, 29 de julio de 2009

BIENAVENTURANZAS DE UN ANCIANO


Dichosos aquellos
que entienden
mis manos temblorosas
y mis pasos cansados.

Dichosos aquellos
que me hablan en voz alta,
para que yo no me incomode

con la dureza de mi oido.
Dichosos aquellos
que no dejan de sonreírme
ni decirme palabras amables.
Dichosos aquellos
que no se cansan de escuchar
las historias de mi juventud pasada.

Dichosos aquellos
que apartan las espinas
en mi camino de regreso
a la casa del Padre.

Dichosos aquellos
que con su bondad
me recuerdan al bue DIOS.
Cuando llegue a la mansion de la vida sin fin
LOS RECORDARE.