Qué dulce la muerte cuando llega tranquila, al amparo de un inmenso cielo estrellado, diciéndonos un adiós y un hasta siempre, pero dejándonos, al mismo tiempo, tantos recuerdos como tantos años grabados; Dejando los frutos y las raíces de una familia que hereda el amor, la honradez y la fuerza para seguir adelante.
Nadie se va para siempre en el corazón de sus hijos queda marcado la constancia de una madre; En sus nietos los más hermosos recuerdos de sus caricias, sus viejas historias, sus muecas, sus manías, sus grandezas y también sus cariños.
Se fue sin hacer ruido, recostada al caer la noche, arropada por el calor de los que siempre serán suyos, con sus ojitos cerrándose lentamente, apagándose a la vida y luciendo para la eternidad.
Una eternidad donde su alma reposara y estará llena de paz, velando por los suyos.
En un cielo en el que la paz y el amor de Dios serán los que invadan su alma.
Descansa en paz.
Hogar gerontológico mi casita.